José Lázaro, gran admirador de Lope de Vega, reunió en su biblioteca un buen número de sus obras, publicadas entre los siglos XVI y XVIII, entre ellas dos primeras ediciones de “La Filomena” y dos retratos del poeta y dramaturgo para su pinacoteca: uno, atribuido a Eugenio Cajés, adquirido en los últimos años del siglo XIX (fig. 2), y otro, de un pintor anónimo madrileño, seguramente comprado en París entre 1936 y 1939 (fig. 4).