Uno de los elementos que más llaman la atención, sobre todo a los más pequeños, durante la visita al Museo Lázaro Galdiano es el ascensor de principios del siglo XX. En esta entrada Carmen Espinosa, Conservadora del Museo, nos explica la historia de su encargo y construcción por el ingeniero Jacobo Schneider.
El 23 de noviembre de 1905 Paula Florido, esposa de José Lázaro, firmó con el ingeniero Jacobo Schneider el pliego de condiciones para la instalación de un ascensor eléctrico, tipo “Stigler” –sistema patentado por el ingeniero alemán Auguste Stigler (1832-1910) al que su hijo, conocido como Stigler II, añadió el motor eléctrico–, en el palacio de Parque Florido que en esos momentos estaba en construcción.
El ascensor se proyectó para 4 personas –una carga de 300 kilos– con un recorrido de 18’50 metros y una velocidad de medio metro por segundo, la maniobra era por botones por lo que no necesitaba conductor y fue construido para corriente continua de 220 voltios. Llevaría tres aparatos de seguridad: uno contra rotura del cable de tracción, otro contra el exceso de velocidad durante la bajada y un tercero, en forma de paracaídas, para proteger a todas las personas que por un descuido se encontraran en el espacio del recorrido del camerín cuando estuviera en marcha. El camerín se realizó en madera de caoba tanto el exterior como el interior y con copete, los cristales decorados, el asiento de terciopelo rojo, el alumbrado eléctrico y los herrajes niquelados.
El coste del ascensor, sin incluir la excavación y cimentación para la máquina elevadora, ni la colocación de las vigas, la caja de madera para recibir el contrapeso, las conducciones eléctricas, el contador, las cancelas de desembarque, la barandilla y tampoco la licencia del ayuntamiento, ascendió a 11.350 pesetas. Por el engrase y limpieza los propietarios pagaban a Schneider 15 pesetas mensuales.
Para 1905 el ingeniero Jacobo Schneider había instalado ciento diez ascensores en toda España del sistema “Stigler”. A pesar de la competencia que tenían en Madrid con Ascensores Munar y Guitart, de producción nacional, Schneider alcanzó renombre al instalar, en 1903, tres ascensores en el Palacio Real, los llamados de las Damas, el de Carlos III y el Ascensor del Rey, este último es el único que se conserva en su estado original y con las mismas características que el contratado por la esposa de Lázaro para Parque Florido. Unos años después instalaría los ascensores del Gran Casino de San Sebastián, del Círculo de Bellas Artes, Palacio de Comunicaciones, Congreso de los Diputados, Palacio de la Prensa o del edificio de La Vanguardia de Barcelona pues se valoraba su esmerada construcción, sencillez, seguridad y escaso consumo.
Lázaro y Paula también apostaron por la casa Schneider, cuyas oficinas estaban en la calle de Alfonso XII, núm. 56, para la instalación de la calefacción por vapor de baja presión en las tres plantas del palacio y en la sala de la torre de la cuarta planta, reservada a dormitorio de invitados. El sistema elegido permitía alcanzar los 20-23ºC y graduar cada sala a voluntad (se instalaron 62 radiadores de hierro fundido y adornados). Su coste ascendió a 14.740 pesetas.
Además del ascensor y de la calefacción, también contrataron con Schneider la instalación de un montaplatos eléctrico, al igual que el ascensor de tipo “Stigler”, para 30 Kilos, con un recorrido de 18’50 metros y una velocidad de 0’40 a 0’50 metros por segundo, que costó 4.150 pesetas. Hubo algún que otro problema en la instalación tanto del ascensor como de la calefacción y montaplatos que causaron algunas desavenencias entre el ingeniero y José Lázaro que controló, en todo momento y al detalle, la construcción, instalaciones y decoración del palacio de Parque Florido.
Texto: Carmen Espinosa Martín | Conservadora Jefe | Museo Lázaro Galdiano
Blog creado y actualizado por: Jose Mª Martín Écija | Internet y nuevos medios | Fundación Lázaro Galdiano
Hola, enhorabuena por el post, es muy interesante y completo. Pero me queda una duda, ¿a qué se refiere el mecanismo del paracaídas?, no lo entiendo el todo; ¿se refiere a la verja baja que hay delante de la puerta del ascensor en cada piso?
Muchas gracias!
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Que cosas mas bellas hacia mi tía abuela Paula
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¡Desde luego! Muchas gracias por el comentario y ¡saludos!
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efectivamente, de lo que mas llama la atencion a pequeños y grandes es el ascensor. Estupenda nota.
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Muchas gracias Mª Carmen por tu comentario, ¡esperamos volver a «verte» por aquí!
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La visita impresiona, desde el inicio en planta baja se despiertan los sentidos y saltan todas las alarmas, es necesario percibir con toda intensidad.
No he sido capaz de tomar el elevador, necesitaba terminar un capítulo-planta y ascender a otro.
No sé, las tablas del XIV, XV, la pintura flamenca, el XVII, Goya, el mobiliario, mesas, papeleras…
La última planta debo volver a visitarla, no era capaz, no había tiempo ni capacidad para disfrutarla.
Con todo el respeto a la decoración de los techos, debo señalar las carpinterías de interior y los suelos, todo compone un conjunto armonioso.
Envidia de mentes y personas capaces, en esa, época de generar estas colecciones.
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Muchas gracias por tu comentario José Luis, nos ha encantado la intensidad de la narración de la visita al Museo ¡saludos!
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De un modelo igual al del museo es el Jacobo Schneider.de mi casa madrileña y puede que estuviera instalado hacia 1890
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¡Vaya lujo! Muchas gracias por la información y el comentario Eduardo
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