«Goya contrastado». Obras invitadas al Museo Lázaro Galdiano: «La carta o Las jóvenes» de Goya y «Adami y Goya en el salón» del Equipo Crónica


Blog oficial del Museo Lázaro Galdiano – Goya contrastado es un evento que reúne dos pinturas muy diferentes: La carta o Las jóvenes de Goya y Adami y Goya en el salón del Equipo Crónica. Una extraordinaria obra del pintor aragonés que se enriquece con el juego metalingüístico del Equipo Crónica. En esta entrada Amparo López nos explica la importancia de esta obra de Goya.

"Goya contrastado" en el Museo Lázaro Galdiano. Fotografía de Jose Mª Martín Écija

La carta o Las jóvenes de Francisco de Goya

Sólo hasta el 11 de enero podemos gozar de la contemplación del conocido lienzo de Goya Las jóvenes o La carta procedente del Museo de Beaux Arts de Lille e instalado en el Salón de Baile del Museo Lázaro Galdiano.

El préstamo de esta magnífica pintura ha sido posible gracias a los esfuerzos compartidos de ambos museos y al apoyo proporcionado al proyecto por el Ministerio de Cultura que ha asumido la protección de la obra bajo la garantía del Estado.

Las jóvenes sólo había viajado en otra ocasión a nuestro país desde que saliera de él en 1825, y fue en 1996 para participar en la exposición monográfica sobre Goya que organizó el Museo del Prado.

Goya, "La carta o las jóvenes". "Goya contrastado" en el Museo Lázaro Galdiano
Goya, «La carta o las jóvenes». «Goya contrastado» en el Museo Lázaro Galdiano. Fotografía de Pablo Linés

El lienzo fue pintado por Francisco de Goya en torno a 1814 y permaneció entre sus bienes hasta la muerte del artista. Javier Goya, único superviviente de los hijos que el pintor tuvo con Josefa Bayeu,  lo vendió al barón Taylor para formar parte de la Galería Española de Luis Felipe en el Louvre. Subastado por Christie’s en 1853, fue adquirido por 21 libras por Durlacher. Veinte años más tarde fue adquirido por suscripción popular junto a Las viejas o El tiempo al marchante Warnechky y depositado en el Museo de Lille.

La feliz adquisición conjunta de Las jóvenes y Las viejas y su historia compartida en la colección de Luis Felipe hizo pensar a los especialistas que ambas pinturas formaban pareja, si bien unos recientes estudios de temperatura lumínica proyectada hechos a los dos cuadros descartan esta posibilidad y sitúan como contemporánea de Las jóvenes a La fragua de la Frick Collection.  Al contrario que Las viejas, Las jóvenes no estaban presentes en el inventario de Josefa Bayeu de 1812, lo que hace pensar que Goya pintó este cuadro algo más tarde, posiblemente hacia 1814.

El lienzo, de gran formato, tiene algo de mágico, de intrigante y de agridulce sabor. Cargado de la crudeza característica de la mirada de Goya después de la guerra, nos presenta, bajo un acontecimiento trivial como es la lectura de una pequeña carta, la contrastada y desigual situación de las mujeres de su época. La pintura respira una atmósfera enigmática y cargada de dureza pero esperanzadora al tiempo.

Existen en la obra dos planos compositivos muy claros marcados por la línea del horizonte que parece coincidir con la cuerda de un tendedero de ropa blanca. Bajo esta línea se amontonan, componiendo una elipse, un grupo de lavanderas que en su afanoso esfuerzo forman un grupo compacto. Estas mujeres, que prácticamente carecen de rostro, están dibujadas con una técnica muy diluida, tan solo esbozadas en negro, como si se tratara de una aguada o un dibujo de tinta, los trazos que las componen no las dibujan sino que mas bien delimitan masas, insinúan movimientos, como en el dibujo del mismo tema de la serie Los trabajos útiles. Nada comparable a su versión de las lavanderas descansando que pintó en el cartón para tapiz de 1779 del Museo del Prado, tan cargado de un complaciente tipismo.

Detalle central del lienzo de Goya "Las jóvenes o La carta". Obra invitada en el Museo Lázaro Galdiano
Detalle central del lienzo de Goya «Las jóvenes o La carta». Obra invitada en el Museo Lázaro Galdiano. Fotografía de Pablo Linés

Sobre la línea del horizonte destacan los rostros de las dos jóvenes protagonistas de la escena, que se sitúan en primer plano. Una de ellas, ligeramente adelantada, viste de oscuro y está abriendo un parasol amarillo que la llena de sombra; la otra joven dirige su mirada a la carta que sostiene en su mano derecha. Toda la luz del cuadro estalla en su pecho y resplandece en su rostro, perfectamente dibujado y posiblemente también reconocible. Gassier señaló en su día que se trataba de un retrato de Leocadia Weiss, amante de Goya, y en ese caso estaría tal vez encinta de Rosario que nacería en 1814. De cualquier forma, la joven esboza un grácil gesto que la convierte en la imagen misma de la seducción y deja al espectador pendiente de lo que hay oculto para él en el pedacito de papel.

Una pincelada empastada y precisa, cargada de albayalde, dibuja los encajes de los sobrepuños y la mantilla sobre el pelo y tiene tal fuerza y viveza que uno olvida el imposible dibujo de los brazos de la joven. Directamente contrapuesta al blanco corpiño, la saya es negra pero cargada de matices violetas, rojos y azules que proporcionan una calidez maravillosa en el negro que anticipa a Matisse.

La pintura no puede ser más moderna, más vibrante ni más hermosa. Desde el momento en que se colgó en las paredes del Salón de Baile parecía haber estado allí siempre. De todos es conocida la afición de Lázaro por la obra de Goya que se convirtió en una autentica obsesión en su afán coleccionista, estamos seguros de que de poder contemplarla en este salón se hubiera sentido muy feliz.

Equipo Crónica: "Goya y Adamis en el Salón". "Goya contrastado" en el Museo Lázaro Galdiano
Equipo Crónica: «Goya y Adamis en el Salón». «Goya contrastado» en el Museo Lázaro Galdiano

Nosotros, sin embargo, hemos querido darle una vuelta de tuerca más a la contemplación de esta obra. Gracias a la colaboración de la Fundación Santander la hemos puesto en diálogo con una interesante versión de La Leocadia de las pinturas negras de Goya recreada por el Equipo Crónica en un cuadro de técnica mixta titulado Goya y Adamis en el Salón, un homenaje a los dos iconos posiblemente mas fundamentales de su obra. El contraste, basado en la excelencia, es siempre enriquecedor. Ésta es una magnífica ocasión de comprobarlo.

Texto: Amparo López Redondo | Maquetación y tratamiento de imágenes: Jose Mª Martín Écija

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4 comentarios

  1. Maravillosa todas las obras expuestas en el Museo Lázaro Galdiano, es un orgullo para mí y toda mi familia, felicitaciones a todos los que trabajan para que esto continúe, les envió un saludo especial para estas fiestas que se aproximan, que el próximo año puedan continuar con el mismo entusiasmo y pasión, el esfuerzo es mucho y tan valioso.
    Saludo de parte mía y de toda la familia Florido
    Adriana Beatriz Benavídez Florido

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